Flor de Jade VI -Oscuridad II by Jesús B. Vilches

Flor de Jade VI -Oscuridad II by Jesús B. Vilches

autor:Jesús B. Vilches
La lengua: spa
Format: epub
editor: Jesús B. Vilches
publicado: 2022-12-22T23:00:00+00:00


EL CÓDIGO

DEL TODO

-Revelaciones—

V

ANTIGUO SALÓN DEL TRONO IMPERIAL

Castillo Belhedor

Presente

¿Por qué nos cuentas esto? ¿Por qué nos torturas haciéndonos partícipes de la impunidad con la que jugasteis a ser dioses?

—Porque de esos crueles experimentos se advertía con evidencia algo obvio, Hombre León. La magia puede alterar de forma permanente y definitiva la realidad —se defiende, audaz, el Desollado; que se gira de inmediato hacia Alex a quien señala con su índice extendido. —Anota bien esos dos conceptos, hijo. Permanente y definitivo. —le sugiere, casi en tono demandante. —Ya no hablamos de alterar o transformar a un individuo concreto o un cuerpo aislado; sino modificar permanentemente su diseño profundo, su estructura misma. De tal forma, dicha alteración no se limita puntualmente a ese sujeto, sino que afecta y reemplaza la información heredada de padres a hijos. Los elfos quizá controlaron esos principios en algún momento de su pasado. Incluso hay indicios suficientes para sostener que lo usaron sobre ellos mismos, una vez en un tiempo muy, muy remoto. No obstante, perdieron esa capacidad, ese conocimiento; ese modelo de magia profunda y estable. En mi tiempo ese conocimiento se escapaba a su control. La magia se revelaba transitoria, fugaz e inestable. Los hechizos tienen una duración determinada. Pueden potenciarse o intensificarse, pero antes o después la entropía inherente a ese modelo mágico los disipa. El único lugar donde aún se mantenía viva cierta inalterabilidad, cierto grado de eternidad, era en esos rincones oscuros de la Escultura mágica. Sin embargo, mis colegas no la entendían completamente, no sabían qué principio era el que volvía estable al sujeto; es decir, el que mantenía los efectos mágicos indefinidamente. Lo hallaban tras cientos de posibles combinaciones. Casi, al azar. Pero si yo quería alargar la existencia por siempre, ese era precisamente el principio que debía de encontrar. La inmortalidad precisa de tiempo y estabilidad indefinida. Y ese principio seguía ahí, oculto a nuestros ojos, pero seguía ahí, en las claves ignotas de la Escultura mágica.

Maldoroth sacude la cabeza como si una idea transversal se hubiese colado en ella de forma repentina.

—Resulta paradójico comprobar que en aquel tiempo en el que la manipulación mágica dominaba todos los aspectos de nuestra cotidianidad, la mayor parte de los magos centraran sus estudios y experimentos en las consecuencias de su manipulación, pero... a ninguno parecía interesarle la naturaleza misma de la magia. Estaba allí y podían usarla. Su realidad era cotidiana. Sin embargo, no se hicieron nunca esa pregunta. Responderla les debió parecer intrascendente o simplemente imposible.

Maldoroth regresa la mirada a su escasa audiencia. En sus rasgos momificados se aprecia el tenue brillo de la excitación.

—Pero yo enseguida entendí algo: si la magia era capaz de cambiar la realidad de forma permanente, se persiguiera o no ese efecto de manera intencionada, eso era indicativo de que, lo que nosotros entendíamos como magia, no se trataba de solo un subproducto. Deduje claramente algo que entonces me pareció inexplicable que nadie más lo hubiese observado antes: La Magia no era ni una causa ni una consecuencia> de nada mayor.



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